Nos encontramos ante una de mis películas favoritas de Martin Scorsese, estrenada en 1991 y con una plantilla compuesta por Robert de Niro, Nick Nolte y Jessica Lange en los principales papeles, también hace aparición el popular actor californiano Gregory Peck, pero tiene un pequeño sentido, dado que en la película original de "El cabo del miedo" dirigida en 1962 por Lee Thompson, Gregory Peck es el protagonista junto con Robert Mitchum (que también aparece), la primera versión también es digna de ver.
La sinopsis nos cuenta la historia de un abogado que tras un tiempo vuelve a encontrarse con su antiguo defendido (Robert De Niro) que acaba de pasar 14 años en la cárcel acusado de violación y apaleación a una adolescente.
Durante su internamiento ha estudiado leyes, y tras algún que otro quebradero de cabeza se da cuenta de que él no es el culpable directo de su condena, sino que es su abogado, Sam Bowden (Nick Nolte).
Ahora, y tras 14 años, se le presenta a Max Cady la ocasión de hacer pagar a Bowden su gran error como venganza, haciendo de la vida de él y de su familia una espantosa pesadilla.
La película nos somete en un entorno en el que el bueno es el malo, y el malo el bueno, dado que las leyes que ha estudiado Cady en la prisión le convierten a él en el bueno en busca de una venganza legal y a Bowden en el malo en busca de una defensa ante la presión "judicial" de Cady.
Verdaderamente es este momento donde la película hace el trapecismo de no caer en el aburrimiento donde la lucha verbal entre Cady y Bowden nos ofrece grandes momentos gracias a su moralidad de tranquilidad para uno y de nerviosismo para otro habiendo escenas realmente esperadas pero que no dejan de ser algo sorprendentes aunque suene contradictorio.
El papel de Cady se nos presenta por decirlo de alguna forma como un dios que maneja a Bowden como le da la gana, quiere torturarle en vez de mandarle a pudrirse en la prisión, es como si fuese un mandamás de las leyes, y es que se ve por un tatuaje que todos sabemos que las leyes le encantan al personaje interpretado por De Niro.
El guión bien marcado y sin altibajos se nos presenta directo y contundente, mejor planteado para mi que en su versión original con un De Niro inmortal en un papelazo en el que no se nos va a olvidar la cara de (con perdón) cabrón que tiene ante la imágen de cordero degollado del desesperado Bowden en un juego del gato y el ratón marcado con la BSO del genial Bernard Herrmann. Una gran película de Scorsese, obligada.
NOTA FINAL:
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