Tras hacer el malogrado cortometraje de "Mattress Man" como spin off a "Punch Drunk Love" en 2003, el director Paul Thomas Andersson amarró la cuerda del éxito a su particular puerto de la felicidad contratando a Daniel Day Lewis y a Paul Dano para llevar a cabo este éxito, pero aunque lo hizo medianamente bien, no fue tanta la expectación que creo, al menos en mi.
Texas, principios del siglo XX. Historia sobre la familia, la avaricia y la religión que gira en torno a un magnate del petróleo (Daniel Day-Lewis), el cual, en su intento de adueñarse de un yacimiento, tiene que enfrentarse al predicador Eli Sunday (Paul Dano).
Con este guión y basándose en la novela del estadounidense Upton Sinclair, Andersson nos traslada a una atmósfera en la que el film en grandes rasgos gira en torno a un personaje especialmente (al de Lewis) sin invitar al espectador a ver otros aspectos más detenidamente del film, y sólo haciendo esto durante ratos excesivamente cortos, y cuando se hace, es con la manía anclada de no quererse salir del personaje de Lewis, que todo hay que decirlo, borda un papel bastante difícil de conseguir hacer creer.
Pero bien es cierto, que el personaje, aunque llamativo, es un poco repetitivo y no llega a encender la mecha de la emoción en el espectador y para colmo, si a esto se le añade la constante y repetitiva fórmula del guión, ya es para apagar e irse, pero hay momentos puntuales en el film que si hubiesen seguido ese nivel, podría haber sido un auténtico bombazo, por desgracia no fue así.
Por tanto, lo que se puede decir en este aspecto, es que al personaje de Lewis le falta un acompañante que le toque las narices y que sea lo contrario a sus ideales, así, el film ganaría calidad bajo mi punto de vista, y si a esto le añadimos un poco más de dramatismo, ya chapeau.
El apartado del sonido no es un punto que suela destacar en las películas de este tipo, y efectivamente, no es la excepción que confirma la regla, pues "Pozos de ambición" poseé más bien poco sonido de calidad, eso sí, la fotografía y la dirección está situada casi a la perfección, cosa importante para que la película lleve un ritmo correcto, pero que por desgracia se nota poco en este film que a ratos (la mayoría de los casos) aburre y otras entretiene. No tiene mucho más que decir, esperemos que la siguiente película de Andersson en 2012 con Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix nos traiga mejores resultados, porque la verdad, se puede hacer algo muy grande con dos actores de ese calibre y un director que todavía le falta algo que explosionar detrás de las cámaras.
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