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En un mundo mejor (2010)


Tras pegar el salto a los Estados Unidos con "Cosas que perdimos en el fuego" en 2004, Susanne Bier volvió a Dinamarca para hacer la que supondría la mejor película de habla no inglesa del 2010 en los Oscar.
La sinopsis nos cuenta la vida de una familia sueca que vive en Dinamarca y que está atravesando un mal momento. Anton (Mikael Persbrandt) es un médico que colabora en un refugio africano mientras su mujer (Tryne Dyrhom) vive con su hijo Elias, un joven que sufre de bulling en el colegio, y su otro hijo pequeño.
El sufrimiento de bulling acaba cuando llega otro chico de su edad llamado Christian, el cual acaba de perder a su madre, y todo el dolor que tiene lo revela de forma violenta, lo que hará perder a Elias los papeles en muchas situaciones.





Susanne Bier es una directora que siempre se ha posicionado como una persona que nunca falta en un festival cuando saca un film, y que por lo general solían ser bastante comerciales, hasta que "Cosas que perdimos en el fuego" (2004) hizo que mis ideas sobre esta comercialidad cambiase, y cómo todos los directores pueden tener ese film que no sea tan comercial y aprovechando la oleada de frío de ayer, me dispuse a ver "En un mundo mejor", ganadora del Oscar en 2010 a la mejor película de habla no inglesa, como ya he dicho con anterioridad.
El film comienza con la llegada del personaje de Persbrandt al refugio africano donde va a estar durante bastante tiempo de la película, compartiendo el dolor, la esperanza y la injusticia con los lugareños del refugio, que no hacen más que sufrir enfermedades, y por parte de las mujeres injusticias por parte de un mafioso que se dedica a abrir en canal a las mujeres embarazadas para apostar sobre el sexo del feto.
Entra en juego el personaje de Anton que ve como la vida puede ir y venir en un suspiro, y cómo sin merecerlo, la muerte puede atrapar en sus redes a quien menos lo merece, que en este caso ya no pasa sólo por las embarazadas, sino por niños de la edad de su hijo Elias.
Bier, nos lleva en un viaje a la tragedia, que es un terreno que ya ha manejado otras veces, pero en esta vez aborda la diferencia que es la tragedia de un adulto con la tragedia de unos niños, faltos de comprensión y sumidos en un mundo que parece un caos en la mayoría del desarrollo de la película.
Elias, en su caso, es el punto de mira de toda burla iniciada por los típicos matones de colegio que en la falta de inteligencia abordan a los más flojos, pasando a dejarse querer como el ser más fuerte y más rudo del colegio, y para muchos, el más subnormal de este mismo.
Luego, al cabo del tiempo, Elias acaba haciendo buenas migas con Christian, un niño moralmente castigado por la muerte de su madre y que vive con su padre y su abuela, con los cuales apenas tiene relación.
Uno de los mensajes que intenta lanzar Bier en esta película es la firme personalidad de unos niños refugiados que viven conviviendo con el horror, pero que a pesar de eso están más llenos de confianza, esperanza y moralidad que aquellos que viven en un ambiente donde los problemas tan sólo son de ética, fuera del término enfermizo y dictatorial de la muerte.


La película alcanza en todos sus mensajes un grado de caos, violencia y oscuridad claramente visto, donde todo junto puede causar la sed de venganza, la ira y en el caso de los adultos de iniciar unas éticas morales a los niños cuando ni siquiera ellos pueden convivir bien consigo mismos, como es el caso de los padres de Elias, lo que también le pasa factura al mayor de los niños de la familia.
Bien es cierto, que nos volvemos a encontrar ante el típico caso de alguien que busca conquistar la sensibilidad del espectador, es indudable, pero también hay que decir que lo hace de una manera diferente, y que con el motor de la desgracia por la venganza, Bier intenta pasar al espectador a un mundo donde es mejor no tener miedo a las cosas, pero donde tampoco se debe utilizar la venganza como una simple herramienta de disolución de problemas.


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