Se han estrenado recientemente
dos importantes películas que tienen algo en común: las dos hablan, de un modo
u otro, de la esclavitud en los Estados Unidos.
Se trata, naturalmente, de Lincoln, de Steven Spielberg; y Django
desencadenado, de Quentin Tarantino.
He visto ambas en pantalla grande, en una semana. Y he sacado algunas conclusiones:
Compararlas es sumamente injusto
y absurdo, pues son tan distintas en cada uno de sus puntos, que perderíamos el
tiempo haciéndolo. Y no sólo son
películas diferentes, sino que tienen objetivos distintos, y sus clientes
potenciales –si bien coinciden en muchos casos- son también distintos. Pero si estuviera obligado a hacerlo, si
alguien me preguntara especificamente cuál es mi opinión respecto a la calidad
de ambas películas, debo decir que Lincoln es muy superior a Django
desencadenado. De calle.
Pero no nos quedemos ahí.
La última película de Steven Spielberg
parte de algo muy positivo: la experiencia acumulada por su famoso director, el
temple que ha adquirido con los años, y cierta objetividad que, aunque nunca ha
sido su punto fuerte, ha ido marcando en algunas de sus últimas obras. El análisis histórico que propone Lincoln,
es un notable experimento, fruto de un portentoso guión que se basa en un libro
que debo presuponer sólido y bien escrito.
Cada momento, situación, escena descrita por esta película es creíble en
los aspectos sociales, emocionales y desde luego políticos. Los diálogos, tremendamente bien escritos,
son pura verdad. Ignoro si verdad
histórica, y hasta cierto punto no me interesa saberlo. Pero sí realidad narrativa. Cada uno de los personajes que desfilan por
esta interesante película (y son muchos), desprende una verdad absoluta. Esto se debe, como digo, al coherente y bien
estructurado guión; pero también a la portentosa labor de sus intérpretes,
actores y actrices inspiradísimos y bien dirigidos, que nos hacen creer que en
verdad somos testigos de un momento histórico sin precedentes, que compartimos
con ellos la tensión pública, y también las miserias humanas que les
acompañan. Dentro de estos intérpretes,
cabe destacar al gran Daniel Day-Lewis, algo que se está conviertiendo en
tópico, y no por eso algo despreciable.
Hacía mucho que no disfrutábamos a un actor que diera tal cantidad de
buenas interpretaciones, que se mostrara tan infalible y sólido como él, dentro
del panorama internacional de estrellas más reconocidas, o lo que viene siendo
estrellas de Hollywood. En ese sentido,
si no es el mejor actor vivo en activo, es quizás porque esa afirmación es
quizás demasiado contundente. Pero de
buen seguro es uno de los más grandes. Y
prometo volver pronto a este tema, porque este inmenso actor merece muchas
páginas para sí mismo. En esta película, su humanización de Abraham Lincoln es,
para mí, lo mejor de la película. El resto del reparto, como decía más arriba,
está perfecto, convincente, soberbio en algunos casos, como Sally Field o Tommy
Lee Jones.
Pero para poder ser testigos de
ese momento, de esa verdad, debemos dejarnos ambaucar por la perfecta dirección
del maestro Spielberg. El tempo de la
película, cómo presenta los personajes y cómo están dirigidos, cómo se mueven
las cámaras, con qué gusto muestra escenarios y situaciones, cómo retrata a los
protagonistas, todos los elementos esenciales los controla el director de un
modo engañosamente sencillo. La mejor
virtud de esta película es parecer que es una película poco virtuosa, se diría
que casi fácil en cuanto planificación, con pocos alardes técnicos, cuando en
realidad es justo lo contrario. Pero al
verla tan elegante en ocasiones, tan poco barroca, tan comedida en escenas cumbres,
nos da la sensación que la suciedad y el virtuosismo de otras obras está
ausente, y en realidad esto no deja de exisitir del todo, sólo que Spielberg lo
controla de otro modo.
En este sentido es una película
engañosa. Muchísimo más pensada y más
rica en detalles de lo que aparenta. Eso
sí, no puedo dejar de echar de menos una resolución más próxima al thriller, en
torno al magnicidio –inevitable final- del protagonista. Verlo a través (como tanto se ha comentado)
de los ojos de un niño me parece bien, y de hecho forma parte de esa aparente
sencillez descrita en el párrafo anterior. Pero una resolución más cercana a
los momentos tensos de Munich, personalmente me habría satisfecho más,
aún reconociendo que con eso peligraría la lógica tonal de la película. Esto sí que es una cuestión de gustos.
Por lo demás, y a mi entender, la
fotografía del gran Janusz Kaminski y la música de ese genio que tantas
envidias y comentarios suscita, es decir John Williams, redondean un producto
precioso y muy bien hecho. Y desde
luego, tanto la dirección artística, como el vestuario, el magnífico maquillaje
(que no distrae,sino que es un complemento perfecto a la creación de
personajes), y los efectos visuales y sonoros, forman un todo estupendo,
creíble, perfectamente resuelto, que dan más verdad, si cabe, a una gran
película.
Por otro lado, Django
desencadenado, del sinvergüenza Quentin Tarantino –y no lo digo en tono
peyorativo-, es un divertimento previsible, y una pieza a tener en cuenta,
donde lo mismo se encuentran escenas que delatan una brillantez enorme, como
momentos torpes que no aportan nada. Es
una película que el aficionado a este director –entre los que me incluyo- sabrá
disfrutar, como los aficionados al género –entre los que también me incluyo, y
que a veces son los mismos- también disfrutarán de lo lindo. Hasta aquí, ningún problema.
Además, Django desencadenado
tiene muchas cosas destacables, como las interpretaciones de varios de sus
protagonistas, la dirección en muchos momentos, los reconocibles robos y
homenajes a clásicos del género... Como es habitual en el cine de este
director, los secundarios destacan especialmente. En esta, Christoph Waltz vuelve a resultar
encantador, poniendo alma a ese cazarrecompensas que se mueve en el límite de
la ley, y que se muestra implacable.
Resulta, seguramente, el mayor atractivo de la película. Sin embargo, se le empieza a ver el plumero
en cuanto a su método interpretativo, aunque aquí aún no sea grave. También podemos disfrutar a un Leonardo Di
Caprio que sigue marcando pautas, y resolviendo roles con inteligencia. Tiene un punto desaprovechado, pero aún así
hace un villano memorable y con muy mala uva.
Por cierto, sobre este actor también espero volver pronto.
Respecto al resto del reparto,
decir que casi todos están correctos, salvo Samuel L. Jackson, que está
maravilloso; Don Johnson, que está muy bien; y el propio Tarantino, que está
para pegarle de verdad el bombazo que le mata en la película (menos mal que no
aparece mucho). En este sentido, el
director debería dejarse de bromitas personales, porque él sólo, como actor, es
capaz perfectamente de arruinar su –a veces magnífica- labor como director.
En cuanto al supuesto
protagonista, interpretado por Jamie Fox, tengo ciertas dudas. Creo que no está del todo creíble, o al menos
no da del todo la talla como héroe de la función. Me gusta como actor, que conste, pero creo
que le falta algo de carisma para este papel. Digamos que está correcto, y poco
más. Al igual que en Malditos
bastardos lo menos destacable eran, precisamente, los malditos bastardos
del título; en Django desencadenado lo menos destacable es, seguramente,
el propio Django. Es un personaje bien
escrito, al que Jamie Fox le da una buena planta, pero al que le falta fuelle,
y quizás actor. Viendo esto, es fácil pensar que muchos espectadores que en los
sesenta pensaban que Clint Eastwood era un actor malo e inexpresivo, se darán
cuenta ahora de lo muy equivocados que estaban.
Me pregunto, por cierto, cómo lo habría resuelto el bueno de Will Smith,
primera opción del director, si ambos se hubieran atrevido a aceptarse a
compartir este barco. Si hablamos de
Django, me quedo con Franco Nero.
El resto de aspectos de la
película: magnífica elección musical, como siempre; buena elección de objetivos
y lentes, para imitar, robar y homenajear otras películas, como siempre;
chistes bordes que funcionan, como siempre; violencia exagerada, explícita,
irreal y frívola que le da un toque personal, como siempre; diálogos chispantes
y buenos, mezclados con otros diálogos mediocres, como siempre; más minutos de
los necesarios, como siempre; mezcla de géneros y descaros visuales, como
siempre. Como “tarantinada” funciona, pero quizás es una de las menos
destacables de Tarantino.
Aún así, bien por él.
django me parece una pelicula que si la hubiera dirigido algun desconocido la llamariamos directamente caca de la vaca, pero tarantino vive de rentas
Compañero muy buena entrada, comparar Django con Lincoln es como yo que se comparar un divertimento con una obra de arte, no hay color. Lincoln solo por la actuación de Daniel Day-Lewis es muy superior a Django. Ya sabes y la gente que lee el blog también, que Django me gusto. Me ha hecho mucha gracia como has empezado hablando de Tarantino en Django diciendo sinverguenza jajaja, ciertamente el autor de Reservoir Dogs de eso creo que tiene poco, solo hay que ver que le da igual poner 1000 referencias, eso si lo bueno que tiene que el las reconoce y con admiración.
Puede ser, Anónimo, puede ser...
Sigo pensando que tiene buenos puntos, y hay escenas que no son fáciles de dirigir. Para comprobarlo, invito a cualquiera a que lo intente. Yo lo he hecho. Si tan obvio y fácil fuera hacer cine de este tipo, habría una saturación ya insoportable.
Pero está claro que su nombre crea un prejuicio que a veces juega muy en su favor.
tener buenos puntos no es suficiente,yo particularmente recomiendo hacer un pequeño esfuerzo y ver primero HASTA QUE LLEGO SU HORA, y despues Django.
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Jo, claro Anónimo. Si los que siguen la moda Tarantino sin echar vistazo a esos maestros, tuvieran la paciencia y las ganas de ver de dónde sale todo esto, otro gallo cantaría. Y has dado en el clavo: "Hasta que llegó su hora" es una película de puta madre. Es que compararlas resulta ofensivo ya de entrada. El maestro Leone, nada menos... Buff!
El caso es que algunos nos ponemos orgásmicos con Leone, pero tampoco nos tomamos muy mal a gente como Tarantino. Es que a ese director no hay que tomárselo en serio. Nunca.En fin, Anónimo, no te enfades, hombre, deja que disfruten, director y aficionados. Alguno verá la luz, ja, ja...
En cualquier caso, gracias como siempre por leernos y comentarnos.
Un abrazo.
hay un documental muy bueno donde tarantino entrevista a SAMUEL FULLER, donde le da claves y la forma de hacer cine, donde hay algunas cosas que no es necesario montrar,pues tarantino por lo visto no entiendo nada y su cine se basa unicamente en ese tipo de cosas.Una lastima porque creo que tarantino tiene la esencia para ser el heredero de sam peckinpah, pero sin embargose queda en intentos y que conste que tarantino es un gran cinefilo y queda claro en su cine