En 1980, y tras grabar "Eraserherd" como su última película hasta la fecha en 1977, David Lynch haría la que para mí, y para muchos de los que lean esta crítica, sea su mejor película, producida por Mel Brooks.
Basada en la historia real de Joseph Merrick, la película cuenta con una plantilla formada por John Hurt, Anthony Hopkins, Anne Bancroft, John Gielgud, Wendy Hiller, Michael Elphick, Gordon Hannah y Freddie Jones y el guión está muy bien adaptado por parte de Lynch y compañía de un libro (el cual recomiendo que os leaís para detallar más sobre la historia) de Sir Frederick Treves llamado "El Hombre Elefante y Otras Reminiscencias".
La película nos situa en el hallazgo de un cirujano y profesor de universidad llamado Frederick Treves (Anthony Hopkins), que en una feria ambulante dirigida por un basto hombre llamado Bytes (Freddie Jones) descubre a un joven llamado John Merrick, que tiene una deformación grave debido a un accidente de su madre con un elefante cuando se encontraba embarazada del chico.
El cirujano, se propone ayudar a John, en el sentido en que la gente le vea como es personalmente y no como es físicamente, que es como mucha gente lo ve, haciendo sufrir a John constantemente, ya que aparte de ser sensible, es también inteligente, no como le hace creer Bytes, diciéndole que en realidad es un retrasado.
Con un guión lleno de dramatismo y de momentos emotivos, Lynch nos presenta esta película con un rebosamiento de afectividad y compasión con el personaje principal, que es lo que verdaderamente intenta el director en esta película, el llegar a compenetrarte tan bien con John que sientas cualquier tipo de emoción con él, tanto positiva como negativa.
Aparte de la historia, la fotografía presentada por Freddie Francis también hace que la película destaque en este sentido y te llegue a meter mucho más adentro en la película, con unos primeros planos que por algunos momentos parece que tengas en frente al mismísimo Merrick. Por cierto, Freddie no obtuvo ni la nominación al Oscar, una verdadera vergüenza, de las cuales ya estamos acostumbrados por parte de los de la academia.
La película tiene grandes momentos, formado por escenas emotivas, una de ellas las que al principio protagoniza Anthony Hopkins, cuando empieza a llorar al ver a Merrick encerrado en una jaula, rodada perfectamente y con una cámara que se acerca poco a poco al rastro del cirujano que mira al hombre mientras el estrépito de la multitud llena de sorpresa y burla aparece en un segundo plano.
Y es que, uno de los aspectos que nos enseña esta película es que el hombre que está consigo mismo contento, no necesita mucho más, y que por mucho que se diga que el físico importa, es algo superficial y lo que verdaderamente importa es la inteligencia, ya que se puede tener un cuerpo colosal y ser extremadamente bello o bella, pero sin un cerebro utilizado correctamente, no se puede ser nada en la vida, y por desgracia, sólo unos pocos entienden esta cuestión.
La película, con ocho nominaciones a los Oscar, no obtuvo ninguno, pero aún así, ganó el BAFTA a la mejor película, mejor actor (John Hurt) y mejor diseño de producción, y fue nominada a otros cuatro: Dirección, guión, fotografía y edición, pero los premios son lo que menos importa cuando una película es buena para la audiencia ¿O no?
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