Este guión nos cuenta como Randy Robinson (Mickey Rourke), mito de la lucha libre en los años 80, decide seguir luchando en el cuadrilátero en combates de tercera categoría, pero pronto se da cuenta de los golpes que le han dejado mella en su carrera decide poner orden en su vida empezando por recuperar a Stephanie (Evan Rachel Wood), su hija, a la cual abandonó y acercarse también a Cassidy (Marisa Tomei), una striper de un club.
Y es que en este film, Mickey Rourke hace posiblemente el mejor papel de toda su carrera, conmovedor y lleno de superación y objetivos y que hace que la película gane muchísima calidad participando él, un gran acierto de Aronofsky al cogerle, pues pega de lujo con el personaje musculoso al que tiene que interpretar, un personaje que busca el honor y la aceptación de un mundo que no reconoce bien.
El realismo, la sencillez, el llevar la narrativa del guión y sobre todo los planos, hacen que esta película sea un viaje al mismísimo infierno de la mano de un luchador dolorido y resentido en la vida, de los golpes que le ha ido dando esta como si en un ring estuviese luchando contra ella, y se tratase de un David VS Goliat, y esto último no hubiese sido posible sin el gran Darren.
También nos encontramos a una Marisa Tomei (en el que también es el mejor papel de su carrera en mi opinión) emotiva, distante y a la vez tierna con el personaje interpretado por Mickey.
Es de esas películas que cuando la ves te gusta, pero que a medida que pasa el tiempo te gusta más y más, y eso es algo que ya consiguió hace poco Aronofsky con su hace poco estrenada "Cisne Negro" (2010) donde volvemos a ver otra vez el esfuerzo de superación.
La película a pesar de ser una de las mejores del año, no hizo justicia con sus premios, y acabé en parte mosqueado en esa gala por ello.
Ni el Óscar de mejor actor, ni el de mejor actriz fueron a parar ni a Mickey Rourke ni a Marisa Tomei.
Al primero se lo quitó Sean Peen en "Milk", que todo hay que decirlo, también hace un papel excelente, pero no tan bueno en mi opinión como Rourke, que saca lo mejor de sí.
Y a la segunda, es que ni estuvo nominada, algo inexplicable.
Se fue de manos vacías en los Óscar la película de Aronofsky, en cambio en los Globos de Oro se llevó el de Mejor actor y el de Mejor canción original al gran Bruce Springsteen con la canción "The Wrestler".
A mi parecer, no se hizo justicia con los premios a esta película, pues es muy buena y tiene una excelente plantilla que viaja en un compás del dolor del que nosotros (por suerte) somos tan sólo, meros espectadores.
NOTA FINAL:
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