Corre el año 2004 y Nicole Kassell, tras participar previamente y casi sin importancia en la serie "Caso Abierto", se lanzó a hacer su primera película, protagonizada por el dúo de Kevin Bacon y Kyra Sedwick y producida por Newmarket, productora de "Monster`s Ball", entre otras películas.
La sinopsis que nos cuenta este drama es la historia de Walter (Kevin Bacon), un hombre que acaba de pasar los últimos 12 años de su vida en la cárcel y el cual intenta reinsertarse en la sociedad. Para ello se va a vivir a una ciudad desconocida, en un piso pequeño, donde casi nadie quiere saber nada de él a excepción de su cuñado y de una mujer que conoce en su trabajo llamada Vickie (Kyra Sedwick) con quien compartirá sus miedos y sus preguntas y a quien le desvelerará su pasado turbio de pederastia que todavía le atormenta a día de hoy.
Con un ambiente tan turbio como el de la pederastia, la directora nobel Kassell, se lanza de lleno a una piscina que está llena de una lucha interior, de un pasado no olvidado y de una pelea constante contra el martirio que ofrece la vida al protagonista.
Es algo que plasma muy bien en esta película, dado que la mejor manera de que el personaje intente caer bien al espectador es que el personaje haga algún esfuerzo de superación para que el problema que lo atormenta y lo aleja de la sociedad se desvanezca en el tiempo y sea tan sólo ceniza, pero nada es tan fácil, cuando también tu familia te odia y tu cuñado te tiene a prueba de bomba, al igual que un policía que lo vigila día y noche para probar que todavía no puede volver a las calles y con el que el personaje de Bacon mantiene una relación demasiado fuerte en las conversaciones, y alguna vez, hasta con un toque de filosofía violenta, por decirlo de alguna forma.
La portada define perfectamente la película. El lobo que parece feroz y que juega con una pelota lo que demuestra inocencia o confianza, y que deberá elegir entre eso precisamente; confianza o desconfianza, maldad o bondad.
En cuanto al tema de actores, nos encontramos ante una de las sorpresas de ese año, ya que la dupla que formaron Bacon y Sedwick, a mi por lo menos me parece exprimida al máximo de su potencial, en especial el de Bacon, que se muestra en un papel creíble, confuso con su alrededor, sin saber muy bien qué palabras decir o qué camino tomar, una indecisión que se ve mostrada gracias a su lucha interna.
En cuanto a Sedwick se la ve preocupada por el personaje de Bacon, con su constante apoyo hacía él, y eso que al principio parece la bruja mala del cuento, pero luego es la que menos lo es con toda seguridad.
Lo que no me gustó, fue el ritmo llevado. Los 40 primeros minutos parecen una repetición constante de los hechos, totalmente iguales cambiando parámetros que casi ni se notan y añadiendo algún que otro intento de retomar la historia a otro punto, pero sin llegar a buen puerto hasta la hora, cuando ya tan sólo quedan 20 minutos del film. A esto la verdad, se le podría haber sacado más jugo.
Fuera de eso, la película está bien, no abusa del dramatismo con el que tocar mella en el espectador y tiene una duración perfecta a la historia, con algún momento de tensión al final del film y con una banda sonora que me ha sabido descafeinada, floja, sin apenas variaciones.
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