Otra gala más de los Oscar se producía en 1956 en el RKO Pantages Theatre y el encargado de llevar a cabo la gala iba a ser Jerry Lewis.
Las candidatas a la estatuilla de la mejor película eran:
- "La vuelta al mundo en 80 días" de Michael Anderson
- "La gran prueba" de William Wyler
- "Los diez mandamientos" de Cecil B. DeMille
- "Gigante" de George Stevens
- "El rey y yo" de Walter Lang
La ganadora, como bien podréis haber deducido, fue la película de Michael Anderson, que a primera vista puede chocar que se llevase el premio, pero que tras darle el primer visionado, el espectador entiende la esencia que rodea la película basada en la novela de Julio Verne.
El guión es de sobra conocido, un ladrón que ha robado dinero del banco de Inglaterra huye con el botín. Todos sospechan que ese ladrón es Philleas Fogg (David Niven), un caballero inglés que en una apuesta con sus compañeros de club, acaba apostando por la gran aventura de dar la vuelta al mundo en 80 días.
La verdad, no nos engañemos, lo primero que piensa algún cinéfilo en regla general al ver a "Gigante" o a "Los diez mandamientos" superada por esta película, piensa que son cosas de locos, pero es que lo cierto es que no. La película argumentalmente tiene toques que se salen de la línea, pero que no son notables e imprescindiblemente determinantes para criticarlo duramente, y si hiciese eso, hasta yo me sentiría relativamente descontento con esas líneas.
Es todo un ejemplo para el cine de aventuras, el hecho de como ha decrecido notablemente la forma de dirección, de producción y de argumentación de toda película que dicen vendértela como aventura, por poner un ejemplo, "Adele y el misterio de la momia" (2010), película patética de Luc Besson que comparada con la sensación que produce "La vuelta al mundo en 80 días" queda como una auténtica obra satírica ante la aventura grandiosa y excelente, no sólo de la película de Anderson, también de otras producciones como "El capitán Blood" (1935) de Michael Curtiz.
Este film, posee la grandiosa virtud de hacernos viajar a través de sus imágenes y pensar que nos encontramos en los lugares donde nos sentimos unos protagonistas con aires de espectador, cabalgando a lomos de una soltura y un nivel lineal, con algún altibajo poco importante, pero siempre con otra virtud, la de entretener y disfrutar de lo que estamos viendo, cosa que por desgracia, cada vez es menos frecuente.
La virtud que os comentaba antes, no podría haber sido posible sin la labor de un soberbio Lionel Lindon a la fotografía, que nos ofrece un espectáculo de color, de magia y de sobriedad, que por muchos será criticada, pero para otros, será simplemente maravillosa y cubierta de gloria aventurera.
La dirección que nos ofrece Michael Anderson es de estupenda para arriba. Su principal fuente de éxito está en la fotografía como ya he dicho anteriormente, pero tiene otras, como el espectáculo que de una forma diferente y para nada pesada, hace que nuestra mente capte cada movimiento, cada lugar, cada personaje y sobre todo, como el cine nos puede hacer soñar de tal manera.
El elenco de actores está también bastante bien, sobre todo un David Niven que a pesar de no tener toda la fama que yo considero oportuna, obtiene en esta película el principal papel que dejando de lado la espectacularidad, siempre demuestra unas carismáticas actuaciones, tantas como las de Cantinflas, que no me parece un actor que merezca tanto renombre, pero que en el caso del actor mexicano, siempre tenía la espectacularidad como buque insignia en sus papeles, y es que, en esta ocasión vuelve a llevarse tal medalla con creces. Especial mención también a que aparecen personas muy conocidas, del estilo de Frank Sinatra, Buster Keaton o Peter Lorre.
Otra cosa que considero como un muro de carga en una película de aventuras es una buena banda sonora, ya que sin ello, el ponerle el toque de emoción a la película se perdería muchísimo, pero en este caso, tenemos la suerte de escuchar una composición musical en perfecta armonía con la película, y que, a cargo de Victor Young, podemos soñar aún más con estar viviendo una aventura única.
Merecido Oscar para esta infravalorada película, que aparte del de mejor película, también consiguió los de guión adaptado, fotografía, montaje y banda sonora, y con estas cinco estatuillas, empató con "El rey y yo" de Walter Lang, a otras cinco, dejando a las dos principales favoritas como eran "Gigante" y "Los diez mandamientos" a un nivel de éxito de premios más bajo de lo que se esperaba.
La verdad, no nos engañemos, lo primero que piensa algún cinéfilo en regla general al ver a "Gigante" o a "Los diez mandamientos" superada por esta película, piensa que son cosas de locos, pero es que lo cierto es que no. La película argumentalmente tiene toques que se salen de la línea, pero que no son notables e imprescindiblemente determinantes para criticarlo duramente, y si hiciese eso, hasta yo me sentiría relativamente descontento con esas líneas.
Es todo un ejemplo para el cine de aventuras, el hecho de como ha decrecido notablemente la forma de dirección, de producción y de argumentación de toda película que dicen vendértela como aventura, por poner un ejemplo, "Adele y el misterio de la momia" (2010), película patética de Luc Besson que comparada con la sensación que produce "La vuelta al mundo en 80 días" queda como una auténtica obra satírica ante la aventura grandiosa y excelente, no sólo de la película de Anderson, también de otras producciones como "El capitán Blood" (1935) de Michael Curtiz.
Este film, posee la grandiosa virtud de hacernos viajar a través de sus imágenes y pensar que nos encontramos en los lugares donde nos sentimos unos protagonistas con aires de espectador, cabalgando a lomos de una soltura y un nivel lineal, con algún altibajo poco importante, pero siempre con otra virtud, la de entretener y disfrutar de lo que estamos viendo, cosa que por desgracia, cada vez es menos frecuente.
La virtud que os comentaba antes, no podría haber sido posible sin la labor de un soberbio Lionel Lindon a la fotografía, que nos ofrece un espectáculo de color, de magia y de sobriedad, que por muchos será criticada, pero para otros, será simplemente maravillosa y cubierta de gloria aventurera.
La dirección que nos ofrece Michael Anderson es de estupenda para arriba. Su principal fuente de éxito está en la fotografía como ya he dicho anteriormente, pero tiene otras, como el espectáculo que de una forma diferente y para nada pesada, hace que nuestra mente capte cada movimiento, cada lugar, cada personaje y sobre todo, como el cine nos puede hacer soñar de tal manera.
El elenco de actores está también bastante bien, sobre todo un David Niven que a pesar de no tener toda la fama que yo considero oportuna, obtiene en esta película el principal papel que dejando de lado la espectacularidad, siempre demuestra unas carismáticas actuaciones, tantas como las de Cantinflas, que no me parece un actor que merezca tanto renombre, pero que en el caso del actor mexicano, siempre tenía la espectacularidad como buque insignia en sus papeles, y es que, en esta ocasión vuelve a llevarse tal medalla con creces. Especial mención también a que aparecen personas muy conocidas, del estilo de Frank Sinatra, Buster Keaton o Peter Lorre.
Otra cosa que considero como un muro de carga en una película de aventuras es una buena banda sonora, ya que sin ello, el ponerle el toque de emoción a la película se perdería muchísimo, pero en este caso, tenemos la suerte de escuchar una composición musical en perfecta armonía con la película, y que, a cargo de Victor Young, podemos soñar aún más con estar viviendo una aventura única.
Merecido Oscar para esta infravalorada película, que aparte del de mejor película, también consiguió los de guión adaptado, fotografía, montaje y banda sonora, y con estas cinco estatuillas, empató con "El rey y yo" de Walter Lang, a otras cinco, dejando a las dos principales favoritas como eran "Gigante" y "Los diez mandamientos" a un nivel de éxito de premios más bajo de lo que se esperaba.
Nos encantan siempre los cameos de las distintas versiones del clásico de Verne :D Y sí, la verdad es que más de una sorpresa nos encontramos siempre en los Oscar de esta época, en que son comedias, aventuras, etc. las ganadoras del premio. No estaría mal que ahora, de vez en cuando, estos géneros también se llevaran los premios gordos -pero claro, no estaría tampoco mal que se las curraran más!-.
¡Saludos!
Yo apostaría a que si se siguiesen ejemplos de películas de aventuras como esta se podría colar alguna en el podio de mejor película.
Saludos!