Tras los proyectos de "Ana de las tejas verdes" (1979) y "Chie the brat" (1981) el director del afamado Studio Ghibli, Isao Takahata, se lanzó a hacer una película de animación diferente a muchas de las que hemos visto a lo largo de nuestras vidas, y esto se ve ya sólo con la sinopsis.
En la Segunda Guerra Mundial, y con Japón sumida en el caos por los bombardeos estadounidenses, la situación se empieza a poner muy delicada. Setsuko y Seita, hijos de un oficial de la marina y de una madre que ha resultado muerta en el bombardeo, deciden ir a pasar una estancia con su tía, pero allí verán que no son bien recibidos y buscarán una forma de sobrevivir vagando a la intemperie en plena guerra. Sin apenas recursos, su nueva casa resultará ser una cueva.




Cómo ya habéis podido comprobar, "La tumba de las luciérnagas" no tiene nada que ver con películas de Disney donde ocurre una malévola historia y esta se va desarrollando poco a poco tomando un matiz en lo que luego es todo felicidad y armonía, no, aquí se nos relata con detalle el sin vivir de lo que produce una guerra, la batalla por la supervivencia y los horrores que muestra algo en lo que no hay ni vencedores, ni perdedores, sólo hay muerte y vida.
Los dos personajes en los que se centra Takahata para llevar a cabo la historia, son dos hermanos normales, con una vida normal, que no hacen mal a nadie y a los que de la noche a la mañana como quien dice, les arrebatan la casa, a su madre y al poco tiempo a su padre también, y luego para colmo se van a vivir con su tía, una arpía de mala muerte que ante los desastres que ha causado la guerra se ha vuelto así y sólo le importa su supervivencia por cosas de un pasado que fue mejor que el presente, y que no les importa lo que puedan sobrevivir Setsuko y Seita. Se ve la crueldad de sobra en su personalidad.
Otra cosa que no vamos a encontrarnos en esta película es el típico arte al dibujar personajes felices y paisajes bellos y radiantes, dejando un buen sabor de boca...No, olvidaros de eso, sólo vais a ver personajes que están nerviosos porque mañana pueden morir, paisajes en ruinas o en alerta por los bombarderos y sobre todo, muchísimo egoísmo y desconcierto.
A pesar de contarnos un dramático suceso, la película no se concierne al hecho de que un drama bélico suponga sangre a borbotones, violencia constante o bombas cada dos por tres saliendo de esos bombarderos, no, en esta película no es así. Se nos cuenta la historia de una forma que experimentemos que estamos mano a mano con los dos hermanos, con el fino hilo de esperanza de qué sobrevivan sin tener nada, con la certeza de saber que pueden seguir vivos, y es que, esto aunque sea una película también ocurrió en su día por las mismas fechas.


En esas fechas también había una Setsuko, un Seita, una tía arpía, un recolector de tomates, una madre moribunda, un padre derrotado, un país sumido en la derrota, había un tú y un yo que luchaba por su vida, todo era un infierno, brutal, desgarrador y triste, como la película misma.
Y sí, hay algún momento para la ternura llevado a cabo por Seita, quien se sacrifica lo que haga falta con tal de esbozar una sonrisa en el rostro de su hermana Setsuko, todo lo contrario a muchos personajes del film.
Sí, hay sitio para la felicidad en el drama que se nos acontece, que sin duda alguna rebosa de lástima y hace mella en el espectador, sabiendo cómo tocar el lado más sensible del ser más insensible del planeta, por supuesto, me refiero al hombre. Una obra maestra.

NOTA FINAL: